Siempre me interesó la comida vegetariana, sólo recordaba haberla probado de muy chica y no la volví a probar más. Un día almorzamos en casa de una de mis tías, ella se había convertido al vegetarianismo. Comimos algo con carne de soya y me gustó. Dejé de comer carne de res, poco a poco fui dejando el pollo, el chancho, el pescado. Mi cuerpo se siente mejor, más ligero, más sano. Mi piel esta más limpia, he perdido varios kilos que llevaba de más. Me siento bien así, ya hace casi 11 meses que dejé la carne por completo. Lo hice porque mi cuerpo se siente mejor así, lo hice por mi salud y porque, creo que los animales tienen el mismo derecho que los humanos a vivir. No sé si algún día vuelva a comer carne animal, tal vez sí. No he descartado la posibilidad pero, ahora me siento bien y feliz así. Sé que a algunos les parezco extraña, otros creen que estoy loca, no lo creo, sólo tengo un estilo de vida diferente. Porque ser vegetariano es un estilo de vida, no es una moda. No como gelatina porque la hacen con la pata de la vaca (¡aunque no lo crean!), no como nada que haya estado en contacto con la carne, es decir, si lo cocinaron junto con la carne ya no lo como. Las personas me preguntan muchas veces si no extraño la parrillada, el pollo a la brasa, las hamburguesas del Bembos o un ceviche, no lo hago, simplemente no me provoca al pensar que una vez aquello tuvo vida. Como huevos y derivados lácteos, creo que no me puedo separar aún del queso, tampoco pienso dejarlo. Repito, soy feliz ahora y eso es lo importante.